Cuenta una antigua leyenda que hace muchos años en un lugar del altiplano de la Sierra de Puebla existía una cueva, una cueva llamada “La Cueva del Tiempo”. El pueblo más cercano era Teziutlan y todos sus habitantes conocían la leyenda de la cueva. Se sabía que en ella se escondían grandes tesoros, pero que quien osara robarlos o sacarlos de la cueva pagaría un alto precio por ello.
Una tarde de invierno un intrépido joven cuya familia era de clase humilde conoció por boca de sus amigos la historia de la cueva, todos hablaban con mucho temor de ella, pero él era un muchacho con coraje. Se planto frente a sus amigos y afirmo con voz fuerte “Iré por ese tesoro mañana por la mañana”
Y así fue, emprendió su camino hasta llegar a la cueva, encontró miles de obstáculos, su viaje duro muchos días pero por fin llego a su destino “La cueva del tiempo”. Se adentro en ella, y no le costó mucho trabajo encontrar el tesoro, solo tenía que superar la oscuridad de la cueva y claro, todo el camino desde el pueblo hasta allí.
Decidió llenar sus bolsillos con los utensilios más pequeños y de más valor. Al salir de la cueva sintió un gran cansancio y decidió parar a descansar, era tan pesado el viaje pero tanta ansiedad la que tenía por llegar que no había dormido en muchos días.
Cuando despertó una extraña tela de araña cubría su cuerpo, su ropa estaba muy sucia y sentía sus pies con muy poco peso, decidió emprender su camino a casa. Llegó al pueblo, todo el mundo le miraba distinto, se sentía raro. Se entero de que sus padres habían fallecido y se encontró con un amigo muy envejecido que le pregunto”¿Por qué has tardado tanto en volver?”
Se dio cuenta ahí que el tiempo había pasado, los años, y el no había disfrutado de la vida por prestar atención a las riquezas. Esa es la moraleja de esta leyenda,… ¿Vale la pena todo el oro del mundo y abandonar tu vida por conseguirlo?